Yo soy o la inclaudicable lucha por el derecho a la identidad
Desde aquel montoncito de carne hasta devenir humanos, necesitamos de palabras para recorrer ese sendero. Palabras que sirven para llamarnos por nuestro nombre y que nos enlazan con las historias de otros. Así pensamos la identidad, dejando de lado el paradigma que la refería a lo monolítico, a lo...
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Publicado: |
2017
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Acceso en línea: | https://bdigital.uncu.edu.ar/fichas.php?idobjeto=10261 |
Sumario: | Desde aquel montoncito de carne hasta devenir humanos, necesitamos de palabras para recorrer ese sendero. Palabras que sirven para llamarnos por nuestro nombre y que nos enlazan con las historias de otros. Así pensamos la identidad, dejando de lado el paradigma que la refería a lo monolítico, a lo compacto, a lo inalterable, a lo idéntico.
Para llegar a decir Yo Soy, necesitamos ser relatados desde que somos pensados por el mundo adulto hasta que tomamos esas palabras y las utilizamos para decirnos. También sabemos que necesitamos ser incorporados a una cadena filiatoria, esto es en una genealogía que nos incluya en la historia.
Pero ¿qué sucede cuando un bebé es arrancado de su sistema de parentesco e incluido violentamente en otro? ¿Por qué las Abuelas dicen que cada identidad recuperada nos brinda la dimensión genuina del crimen? En la apropiación lo que se produce es una filiación falsificada. Esto es, niñas y niños fueron arrebatados de sus madres, alejados de sus familiares, sus padres fueron asesinados y al mismo tiempo fueron privados de sus historias. Relatarlas hubiera sido equivalente a confesar el aberrante delito.
Sabemos del valor de la identidad porque la supimos perdida. Lo sabemos gracias a la lucha y la búsqueda incansable de las Abuelas. Sabemos de su merecida condición de Derecho y su importancia para la construcción del lazo social gracias al testimonio de los nietos recuperados. Ellos nos ratifican que quienes fueron apropiados y despojados de su genealogía encuentran en la restitución de su identidad una inscripción legítima, confirmada por la memoria colectiva que vive en la comunidad, fortalecida por la verdad y legitimada por la justicia. Los nietos se convierten así en testimonio genuino del triunfo del amor sobre la muerte nutriendo nuestro compromiso como MEDH en la defensa inclaudicable de los DDHH.
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